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El Encuentro de los Mares clausuró el 2 de julio en Arona (Tenerife) su séptima edición con un mensaje firme: reforzar la alianza entre cocineros, científicos y pescadores en defensa del mar.

 

Con el apoyo del Cabildo de Tenerife y Tenerife Despierta Emociones, el congreso giró este año en torno a la sal, símbolo histórico del vínculo entre humanidad y océano, vector de salud y pieza clave en los retos del cambio climático y la transición energética. Tres días de reflexión que fijaron la recuperación de la biodiversidad marina en 2050 como gran objetivo colectivo.

 

Entre los momentos más destacados estuvo el anuncio de Ángel León (Aponiente***), que trasladará su restaurante a la marisma para ofrecer su propio pescado; la ponencia de Moreno Cedroni con un menú íntegro de espinas; y las aportaciones científicas de Carlos Duarte y Alonso Hernández Guerra, sobre la sal como recurso estratégico y los efectos del cambio climático en la salinidad oceánica.

 

El bloque social lo protagonizaron pescadores del Atlántico, que reclamaron trabajar con especies menos conocidas, de temporada, y recuperar la cultura de “comer pescado con espinas y con las manos”. Desde Galicia, Cádiz, Portugal y Canarias coincidieron en la necesidad de educar al consumidor y respetar el ritmo natural del mar.

 

El programa incluyó ponencias de chefs internacionales como Gil Fernandes, Christopher Haatuft, Sergio Ortiz de Zárate, Juanlu Fernández y Luis Valls, junto a intervenciones técnicas sobre peces mesopelágicos, túnidos canarios y el presente de la acuicultura. Participaron también Hideki Matsuhisa, Bar FM, Áxel Smyth y Xabier Agote, que anunció la botadura de una réplica del galeón San Juan.

 

El Premio Sartún fue para Aitor Arregi (Elkano*), acompañado de Pablo Vicari y Emilio Marín, por su defensa del saber marinero. El cierre llegó con los chefs tinerfeños Jorge Peñate y Luis Martín, el marino Marcos Ymia y el nadador Christian Jongeneel, que lideró el Encuentro a Nado.

 

Con el mar como hilo conductor, esta edición dejó un mensaje claro: proteger los océanos es un deber compartido, y la cocina puede ser motor de cambio, educación y futuro.